Para qué las joyas que cubren tu cuerpo
Para qué el dinero de cién años de trabajo
Para qué la fama de los intocables
Para qué las falsas caras de lo cotidiano
Para qué, para qué
Para qué los lentes que cubren tus ojos
Para qué el cansancio de cién años de trabajo
Para qué matarse por las apariencias
Para qué dejar que nos acabe la violencia
Para qué, para que
Para qué, para que
Si a la tumba no se lleva
Ni el dinero, ni el poder
Sólo lo que en el alma queda